El buitre negro es una especie necrófaga. A
diferencia del buitre leonado, este buitre prefiere el tejido muscular de la
carroña, evitando las vísceras. En caso de tragar piel o pelos, las expulsan
más tarde en forma de egagrópila. Sus carroñas preferidas son las de talla
media y pequeña como son zorros, conejos, tejones, palomas, culebras, etc,
aunque también se ha comprobado que comen caballos, perros, erizos y muy a
menudo materia vegetal (ayuda en la regurgitación de la comida no digerible).
Se ha discutido mucho sobre la capacidad real de esta ave para cazar animales vivos.
Sus necesidades energéticas diarias se satisfacen
con 700 gramos
de carne, pero puede comer mucho más almacenándolo en el buche de donde
alimentará a sus crías.
Para buscar el alimento suele revisar el terreno
meticulosamente y a una altura inferior que el buitre leonado. De esta forma
puede centrarse en cadáveres que se encuentran entre la espesura, aunque
también se alimenta de basureros y muladares.
Es un pájaro poco desconfiado. En cuanto divisa el
cadáver de un animal, va hacia él sin
pensarlo mucho. No así el Buitre Leonado, que, además de tardar más en
descubrir las presas, se posa sólo después de volar en círculos sobre ellas
mucho tiempo y lo hace entonces a prudente distancia, observándolas un buen
rato antes de acercarse.
Cuando el buitre
negro divisa la carroña, se posa cerca de ella y se dirige caminando a saltos
con las alas entreabiertas. Los últimos buitres en llegar tendrán que pelear
con sus congéneres para poder comer, ya que no existe una jerarquía como en el
buitre leonado, con el que no luchan a pesar de que estén sobre la misma
carroña. Los buitres atacados intentan el apaciguamiento moviendo la cabeza a
los lados y levantando una pata con los dedos extendidos.
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